A mediados de los noventa me correspondió como diputado presidir la Comisión de Reformas al Sistema Financiero, en ella trabajamos la actual Ley Orgánica del Banco Central, los aportes y dedicación de Ronulfo Jiménez y Allan Thompson fueron fundamentales para avanzar con una propuesta sólida. En mi caso, recién regresado de sacar mi Maestría en Harvard, venía con una fuerte influencia del profesor Alberto Alesina, quien con investigaciones en marcha ya concluía que hay una relación directa entre independencia/autonomía del Banco Central con baja inflación, razón por la cual fui muy celoso de avanzar en la legislación hacia un sistema de banca central fuerte en su autonomía.
El profesor Alesina falleció hace un par de años dejando un gran legado de trabajos de consulta obligatoria, su último libro “Austerity”, redactado con otros dos colegas italianos, concluye que es más exitoso el ajuste fiscal por vía de recorte al gasto que por aumento de impuestos, pero ese es tema para otra oportunidad.
Por esa razón con este artículo no pretendo desconocer la autonomía del Banco Central, quien de paso me parece está en manos de un profesional sólido en la materia, mucho menos pretendo que el Ejecutivo se involucre en las acciones del instituto emisor, más que la única intervención del Presidente Chaves sobre temas cambiarios le costó una suma importante a los más de 500.000 deudores en dólares que no son generadores de esa moneda, al darse una espiral de devaluación producto de su desacertada afirmación de que no había suficientes reservas en el Central producto de acciones del anterior gobierno. Pudo más el deseo de un ajuste político de cuentas personales que la estabilidad cambiaria.
Dicho lo anterior y respetando la autonomía de la entidad si creo que el proceso de aumento de la tasa de política monetaria de 0,75% en diciembre a 9% en octubre a cumplido un ciclo razonable, pero continuar por esa vía va a significar un castigo muy grande para los deudores que ya tienen tasas de interés que desbordan los presupuestos de las familias y las empresas y difícilmente podrán hacer frente a sus obligaciones con esos incrementos imprevisibles.
Por otra parte, aun cuando se habla de un crecimiento de la economía (4,3%) que es mayor al esperado, más aumentos en los intereses inevitablemente van a contraer la producción y aumentar el desempleo, que todavía resulta alto en perjuicio de muchos, pero más fuertemente de jóvenes y mujeres.
Necesitamos menos política y más sentido común, por esa razón siendo urgente controlar el aumento de precios y no siendo recomendable seguir con el ajuste por la vía del Banco Central es importante ver algunas acciones tomadas en varios países europeos:
En Francia el presidente Macrón ha lanzado una fuerte presión sobre las empresas para frenar la inflación la cual ha tenido un resultado positivo, la cadena de Supermercados Carrefour lanzó la campaña “Acciones por el Poder Adquisitivo” y congeló el precio de al menos cien productos por cien días, que incluye aquellos de uso cotidiano que van desde sardinas en lata hasta arroz y detergente, igual acción tomó su sucursal en Bélgica donde incluyó productos no alimenticios como pañuelos, platos y hasta un tipo de plancha. Finalmente lanzó una oferta de mil productos por menos de € 1. Otra cadena E.Leclerc, también congeló un centenar de productos
En Alemania las cadenas de supermercados Edeka y Rewe han dejado de distribuir algunas marcas porque han considerado sus precios irracionales, a ellos se han sumado las cadenas Lidl y Aldi, con ello pusieron una presión enorme sobre sus proveedores que según han señalado algunos voceros del mercado detallista “algunas marcas intentan sacar ventajas de la inflación para cobrar precios excesivos y aumentar sus beneficios”. Estas acciones han obligado a buena cantidad de proveedores a tener que moderar sus precios o ver cerrados sus canales de comercialización perdiendo su cuota de mercado y bajando sustancialmente sus ventas.
La situación mundial nos obliga a volvernos innovadores e ingeniosos y a buscar fórmulas nuevas que puedan ayudar a paliar el terrible aumento en el costo de la vida de nuestras familias, el ejemplo que da Macron y algunas cadenas de supermercados deben servirnos de guía para acciones gubernamentales que recaigan menos en decisiones del Banco Central que golpeen a los deudores y por el contrario obligue a los participantes de la cadena productiva a sacrificar parte de sus beneficios para aliviar la situación sobre todo de las familias más pobres, que a la vez tienen que cargar con la enorme injusticia de que usualmente por sus funciones no pueden hacer teletrabajo lo que les reduciría costos de transporte, tan importante ahora por el aumento en las tarifas de los autobuses.